INDENTIFICADO ASESINO DE RONALD SOBARZO
"¡Lo quiero ver para siempre en la cárcel, porque es un peligro público, así como mató a mi hijo puede matar a cuántos más en la calle!”, clamó ayer Ramona Henríquez Figueroa, madre de Ronald Sobarzo Henríquez, a la salida de la audiencia de formalización donde el asesino de su hijo, Nelson Lagos Segura, de 22 años, quedó en prisión preventiva.
Tras casi dos años de investigación, se resolvió uno de los casos emblemáticos de la Reforma Procesal Penal. Un testigo protegido, que entregó a la policía el modelo del vehículo en que se movilizaba el homicida -un furgón Chevrolet Combo y no un Citroën Berlingo, como se creía en principio- fue clave para dar con el paradero del joven, quien es dueño de una carnicería en Hualpén. La madrugada del 17 de marzo de 2005, Sobarzo, estudiante de Acuicultura del Instituto Duoc-UC, caminaba con dos amigos y al llegar a la intersección de las calles Salas y Freire se encontraron con el furgón Chevrolet Combo, donde iban el imputado, su hermano Edison y otros tres amigos. Allí se trenzaron en una discusión sobre cuál de los dos grupos cruzaba primero la calzada. Pero allí las versiones difieren, ya que los amigos de Ronald señalaron que fueron insultados por los ocupantes de la Chevrolet Combo, mientras que estos últimos dijeron que uno de los jóvenes lanzó una colilla de cigarillo encendida a Edison Lagos, hermano del imputado. Lo que sí está claro es que Nelson Lagos tomó un cuchillo de 13 centímetros de hoja de la guantera y bajó del vehículo, lo que también hicieron sus tres acompañantes. Al ver que eran menos, Sobarzo y sus amigos huyeron, pero el estudiante fue alcanzado por el detenido, quien lo apuñaló en el corazón. “¡Parece que lo maté!”, fue la frase del carnicero al volver al vehículo. Los cinco juraron mantener el secreto, pese a que por las noticias ya se habían enterado de que Ronald estaba muerto.
Su plan dio resultado por casi dos años, si no fuera por aquel testigo que dio con el modelo del vehículo. Dato que logró porque trabaja en el rubro automotriz. “¡No vas a salir nunca de acá!”, le gritó al imputado Alejandro Sobarzo, hermano de Ronald, al término de la audiencia. El y su familia pidieron que se haga justicia y que el homicida reciba una pena alta. “Este tipo de personas no tienen perdón. Le dé el castigo que le dé la justicia chilena va a ser poco. A él lo van a castigar en otro lado”, sentenció, indignado al enterarse que a su hermano lo asesinaron por una discusión callejera. ¿Defensa propia? El abogado de Lagos, Marcelo Torres Duffau, argumentó que su cliente actuó en legítima defensa, ya que los amigos de Sobarzo propinaron una golpiza a su hermano Edison. Dichos que provocaron la indignación de la familia y que fueron rebatidos por los fiscales Paolo Muñoz Olguín y Julio Contardo Escobar, quienes señalaron que Lagos apuñaló a una persona que estaba desarmada. “Pasaron casi dos años y hasta que la policía no tocó la puerta de su casa no confesó el delito. Incluso, a la semana del crimen, el imputado vendió el vehículo para no tener nexos con lo ocurrido”, dijo el fiscal Muñoz.
El argumento de legítima defensa aumentó la rabia que sentía la familia. “Queremos la verdad. Lo que él dice son puras patrañas. Ahora necesitamos justicia y que se lo castigue como el homicida que es”, dijo Alejandro Sobarzo, incrédulo ante la versión de que su hermano y sus amigos iniciaron la gresca, parándose frente al vehículo e impidiéndole el paso. “¿Por qué no vino a presentarse antes si era inocente?”, se preguntó entre lágrimas la madre de la víctima antes de retirarse.
FUENTE: www.elsur.cl
Tras casi dos años de investigación, se resolvió uno de los casos emblemáticos de la Reforma Procesal Penal. Un testigo protegido, que entregó a la policía el modelo del vehículo en que se movilizaba el homicida -un furgón Chevrolet Combo y no un Citroën Berlingo, como se creía en principio- fue clave para dar con el paradero del joven, quien es dueño de una carnicería en Hualpén. La madrugada del 17 de marzo de 2005, Sobarzo, estudiante de Acuicultura del Instituto Duoc-UC, caminaba con dos amigos y al llegar a la intersección de las calles Salas y Freire se encontraron con el furgón Chevrolet Combo, donde iban el imputado, su hermano Edison y otros tres amigos. Allí se trenzaron en una discusión sobre cuál de los dos grupos cruzaba primero la calzada. Pero allí las versiones difieren, ya que los amigos de Ronald señalaron que fueron insultados por los ocupantes de la Chevrolet Combo, mientras que estos últimos dijeron que uno de los jóvenes lanzó una colilla de cigarillo encendida a Edison Lagos, hermano del imputado. Lo que sí está claro es que Nelson Lagos tomó un cuchillo de 13 centímetros de hoja de la guantera y bajó del vehículo, lo que también hicieron sus tres acompañantes. Al ver que eran menos, Sobarzo y sus amigos huyeron, pero el estudiante fue alcanzado por el detenido, quien lo apuñaló en el corazón. “¡Parece que lo maté!”, fue la frase del carnicero al volver al vehículo. Los cinco juraron mantener el secreto, pese a que por las noticias ya se habían enterado de que Ronald estaba muerto.
Su plan dio resultado por casi dos años, si no fuera por aquel testigo que dio con el modelo del vehículo. Dato que logró porque trabaja en el rubro automotriz. “¡No vas a salir nunca de acá!”, le gritó al imputado Alejandro Sobarzo, hermano de Ronald, al término de la audiencia. El y su familia pidieron que se haga justicia y que el homicida reciba una pena alta. “Este tipo de personas no tienen perdón. Le dé el castigo que le dé la justicia chilena va a ser poco. A él lo van a castigar en otro lado”, sentenció, indignado al enterarse que a su hermano lo asesinaron por una discusión callejera. ¿Defensa propia? El abogado de Lagos, Marcelo Torres Duffau, argumentó que su cliente actuó en legítima defensa, ya que los amigos de Sobarzo propinaron una golpiza a su hermano Edison. Dichos que provocaron la indignación de la familia y que fueron rebatidos por los fiscales Paolo Muñoz Olguín y Julio Contardo Escobar, quienes señalaron que Lagos apuñaló a una persona que estaba desarmada. “Pasaron casi dos años y hasta que la policía no tocó la puerta de su casa no confesó el delito. Incluso, a la semana del crimen, el imputado vendió el vehículo para no tener nexos con lo ocurrido”, dijo el fiscal Muñoz.
El argumento de legítima defensa aumentó la rabia que sentía la familia. “Queremos la verdad. Lo que él dice son puras patrañas. Ahora necesitamos justicia y que se lo castigue como el homicida que es”, dijo Alejandro Sobarzo, incrédulo ante la versión de que su hermano y sus amigos iniciaron la gresca, parándose frente al vehículo e impidiéndole el paso. “¿Por qué no vino a presentarse antes si era inocente?”, se preguntó entre lágrimas la madre de la víctima antes de retirarse.
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14:04
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